Ni el más dominante.
Ser valiente es ser capaz de mostrar tus valores y tu personalidad.
De no depender de las opiniones ajenas.
La valentía, aunque parezca paradójico, se construye desde el respeto, porque un valiente es sensible a la injusticia y defiende al débil, aunque se exponga.
Por eso nos gusta que nuestros hijos sean valientes, firmes y que no tengan miedo de mostrarse tal y como son.
Y, hablando del miedo, debemos hacerles entender que sentir miedo es normal, y que en ningún caso es lo opuesto a la valentía.
El miedo es una señal de peligro necesaria para nuestra supervivencia, y con un arraigo evolutivo muy fuerte. Eso sí, cuando es muy intenso o el peligro es sólo imaginario, debemos vigilarlo de cerca.
Al final, los valientes actúan a pesar del miedo, no porque no lo experimenten, sino porque de alguna manera lo atraviesan.
¿Cómo ayudar a formar niños valientes?
Pues animándoles a expresar sus opiniones y escuchando con atención cada vez que las expresan, haciendo que se sientan valorados.
También debemos recompensar las actitudes de ayuda, cuando protegen a compañeros en desventaja, o se muestran dispuestos a mediar en conflictos. Y, sobre todo, alentándoles a que no se avergüencen de tener miedo. Si son capaces de expresar sus temores, podremos ayudarles a que los afronten y mejoren su autoestima.